Vivo en un país de gente de piedra
sus castillos fortificados están manchados de sangre,
son reinos sin reyes.
Los demonios gobiernan, ríen, abrazan,
el aroma de sus sonrisas hipnotiza al pueblo
y los hace rasgarse la piel.
De paso, eligen el
color de su pelo, el color de su ropa.
La gente los adora, a pesar de que se llevan a sus hijos y
sus hijas
para disfrutarlos en la cena.
Una vez intente hacerles ver la verdad,
me expulsaron de sus casas a golpes
El dolor fue tan intenso que ya no lo siento
también estoy dormido.
Fernando Betanco